La historia del Hotel Correntoso

En un imponente rincón patagónico –donde el río Correntoso desemboca en el lago Nahuel Huapi– existe desde 1917 una hostería que encierra historias de pioneros que contribuyeron al desarrollo turístico de Villa La Angostura.

El 4 de abril de 1903, el italiano Primo Capraro se acercó por sugerencia de un amigo a conocer el virginal rincón patagónico donde el río Correntoso –que mide apenas 132 metros– une el lago del mismo nombre con el Nahuel Huapi. La idea era comprar un terreno y forjar una historia más próspera que la que podía deparar la belicosa Europa. Eran tiempos en que viajar a la Patagonia –y más aun instalarse en ella– era todavía una aventura de locos.

Los Capraro –según detalla Yayo de Mendieta en su libro Apuntes del Correntoso– se instalaron a principios del siglo XX sobre un risco que da a la desembocadura del río, pero fue recién en 1917 cuando comenzó a funcionar una hostería que no tenía cartel pero que todos conocían como la Pensión de Doña Rosa. Los anfitriones eran Primo Capraro y su esposa alemana Rosa Maier. El servicio era simple –con apenas tres cuartos y un baño– y lo utilizaban los viajeros que iban rumbo a Chile cruzando por el Paso Cardenal Samoré. Además los Capraro tenían allí un pequeño almacén de ramos generales donde los lugareños trocaban carne, leche y queso por azúcar, aceite y yerba mate.

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