Desde la aldea de Tolhuin, en la costa del lago Fagnano, un sorprendente circuito por el centro de la isla. Paseos entre exuberantes bosques y antiguas estancias.
El imán de Ushuaia es tan poderoso que son pocos los viajeros que se aventuran a descubrir los otros encantos que esconde Tierra del Fuego. Y es una verdadera pena, porque entre ellos hay lugares como Tolhuin, una aldea mágica, que parece sacada de un cuento, situada sobre la costa del inmenso lago Fagnano, justo donde el paisaje de la estepa se funde con el esplendor boscoso del último tramo de la cordillera de los Andes.
Se encuentra a mitad de camino entre Río Grande y Ushuaia, y durante mucho tiempo fue apenas un sitio de paso entre las dos grandes urbes fueguinas, un lugar para recargar el tanque de combustible y seguir la ruta. Pero ahora, gracias a la belleza de su entorno natural, al atractivo de sus estancias cercanas y a las múltiples opciones de turismo aventura, Tolhuin se ha convertido en un destino que no se puede dejar de visitar en un viaje a los confines australes de América.
Fundada oficialmente recién en 1972, Tolhuin es una comuna encantadora de casas bajas, casi todas levantadas en torno de la costa del lago. Sus dos mayores emblemas son la hostería Kaiken (a 7 km del pueblo) y la panadería La Unión, centros indiscutibles de la vida social del pueblo. En la hostería, cuyas habitaciones ofrecen una vista maravillosa del Fagnano, funciona un restaurante famoso en toda la isla, especializado en platos de pura estirpe patagónica, como el cordero al horno y los ravioles de centolla. Para disfrutar de la impactante vista del lago, un sendero avanza hacia la orilla y la barranca desde la hostería, en medio de un bosque de lengas y ramilletes de lupines de distintos colores.
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